Los suelos son de carácter aluvial y profundo, con texturas francoarcillosas o francolimosas. Las temperaturas son moderadas, por la influencia de las corrientes atlánticas.

El viento dominante es el norte-noroeste, que llega fresco y cargado de humedad desde el Cantábrico. En los días más calurosos de verano la brisa marina llega a mediodía para refrescar las viñas.

Cuando sopla el viento sur, el aire llega caliente y seco tras su periplo por Castilla, creando un fuerte contraste que influye positivamente en la maduración de la uva.

En los días claros de invierno a veces sopla desde la Meseta un viento helado y húmedo que produce un espectacular fenómeno irrepetible, una cascada de niebla que se desploma sobre el valle, conocido popularmente como “El Bollo”.